Eco Poop, un sistema que utiliza biotecnología para tratar el excremento de las mascotas, visibilizó el problema que generan los desechos de los animales de compañía.
La convivencia diaria con nuestras mascotas aporta grandes recompensas, en términos de amistad y compañía. pero también plantea riesgos para la salud derivados de los microorganismos que viven en sus excrementos. Así lo comprobó Adriana María Bedoya cuando su hija de 5 años, se contagió con una bacteria que le produjo una infección en la vejiga.
[youtube url=»https://www.youtube.com/watch?v=NEyhrybK4eY»]
Cuando esto sucedió, Bedoya se inventó un cono para recoger los excrementos de su perro, pero no fue sino hasta 2015, cuando participó en la competencia Social Hackathon, actividad promovida por Corpoemprende y Ruta N, que desarrolló una solución completa para recoger y disponer en forma segura estos deshechos.
Con la ayuda de profesores y decanos de la Institución Universitaria de Envigado, donde estudia Administración de Negocios Internacionales, le dio forma a Eco Poop, un sistema para recolectar el excremento, eliminar las bacterias y garantizar su disposición final.
Las canecas de las unidades residenciales son un foco de infección gravísimo”, explica. “En ellas los excrementos están expuestos al agua y la lluvia, y estos factores son claves para la proliferación de bacterias. Por otra parte, las personas creen que no necesitan lavarse las manos, pero el 95% de ellas se contamina al hacerle el nudo a la bolsa, y lo peor es que toman algún refrigerio cuando terminan de pasear la mascota”, señala.
Lo primero que ofrece Eco Poop a los conjuntos residenciales es un contenedor sellado que se abre con un pedal y tiene una tapa con biotecnología que empieza a capturar el carbono cuando el usuario descarga el excremento.
Este contenedor va acompañado de un dispensador de palas, que contiene un líquido donde estas quedan sumergidas después de ser utilizadas, de tal modo que se desinfectan antes del próximo uso. Y, para evitar que la persona se contamine, la pala tiene antibacterial en el extremo.
La empresa recoge el contenido de las canecas dos veces por semana y lo lleva a una finca cerca a Medellín, donde separan las bolsas de los excrementos –muchos dueños de mascotas siguen utilizando plástico-. El excremento se mezcla con biotecnología y glucosa, se oxigena y en dos meses se convierte en abono orgánico. Las bolsas se desinfectan, se secan y vuelven al ciclo de reciclaje, lo que evita que vayan a parar al relleno sanitario.
Antes de Eco Poop, Adriana María Bedoya no sabía de biotecnología, pero sí de diseño de producto, su primera carrera.
“Nos tocó aprender, investigar mundialmente quién nos iba a ayudar. Gracias a Dios ensayamos y encontramos cómo eliminar bacterias, fortificar un nutriente y darle mayor beneficio al abono orgánico”, recuerda.
En el proceso fue clave la ayuda de la Institución Universitaria de Envigado y de la Universidad de Antioquia, que les prestó sus laboratorios.
Cambio de mentalidad
Si bien la problemática está a la vista –y al olfato- en un comienzo fue difícil concientizar a los administradores de los conjuntos residenciales sobre los beneficios de utilizar este sistema.
Pero a punta de capacitación lograron conquistar el mercado y hacerles entender a los administradores que iban a cambiar un gasto por un beneficio.
Actualmente, tienen 260 puntos instalados en Medellín, recogen entre 8 y 9 toneladas de excrementos a la semana, y por cada tonelada procesan 2.500 kilos de carbono capturado y recuperan 63 kilos de oxígeno.
Tan solo en Medellín, el mercado es muy amplio, porque existen 245.000 mascotas registradas que producen 80 toneladas diarias de excremento, y Eco Poop solo atiende 16.000.
La empresa, que está legalmente constituida hace dos años y de la cual hacen parte su papá, Carlos Bedoya, su hermano, John Bran Bedoya, y su esposo, Guillermo Acevedo, está buscando alianzas en otras ciudades.
Además, se mantiene en su espíritu innovador. Recientemente lanzó otro producto con ayuda de la Universidad de Antioquia, que gracias a extractos de plantas imita el olor del orín del tigre, con lo cual evitan que las mascotas orinen en el sitio donde se aplica.