
El 2011 fue el año en que prácticamente todos los actores mundiales manifestaron su disposición para desarrollar y desplegar armas cibernéticas. La histeria colectiva provocada por el descubrimiento del gusano Stuxnet en 2010 llevó a algunos Estados a comenzar a tratar el uso de las armas cibernéticas en contra de ellos como un acto de guerra.
Sin embargo, al hacerlo, perdieron de vista algunos aspectos muy importantes de este tipo de amenaza. Tomemos como ejemplo a Stuxnet. Fue un fenómeno único diseñado exclusivamente para su uso en un momento determinado y en un lugar específico, sin una solución militar disponible para combatirlo. Por esta razón creemos que el uso de armas cibernéticas como Stuxnet seguirá limitándose a casos aislados. Su aparición dependerá principalmente de la relación entre ciertos Estados específicos. Básicamente, para facilitar la creación de un arma cibernética de este estándar, es necesario que exista tanto un agresor como una víctima. Para el agresor, el problema tiene que ser tan grave que ya no pueda ser ignorado, pero la opción de la acción militar está fuera de toda opción. El análisis de los actuales conflictos entre Estados puede ayudar a predecir incidentes similares en el futuro.
Esto bien puede ser cierto para las armas cibernéticas como Stuxnet, diseñadas para llevar a cabo actos de sabotaje.Sin embargo, otras armas cibernéticas que se utilizan para destruir los datos en un momento dado, son probablemente las más utilizadas. Programas tales como interruptores generales, las bombas lógicas, etc., se pueden desarrollar de manera regular y desplegar de manera sistemática. Por otra parte, la creación de estos programas puede ser subcontratada a empresas privadas utilizadas por los militares, las fuerzas de orden público o las agencias de inteligencia. En muchos casos, el subcontratista nunca conocerá la identidad del cliente real.
Es seguro decir que los principales conflictos cibernéticos en 2012 girarán en torno a los enfrentamientos tradicionales: EE.UU. e Israel contra Irán, y EE.UU. y Europa Occidental frente a China.