Si se sigue el fuerte aroma a chocolate que envuelve al corregimiento de Azúcar Buena, en la zona rural de Valledupar (Cesar), sin duda se llega a la finca de Edilsa Camarillo, una mujer valiente que hace dos años recuperó su predio, luego de haber sido desplazada por las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) hace unos años.
Ella pasó de ser víctima a ser una emprendedora. Se vinculó al Programa de Proyectos Productivos de la Unidad de Restitución de Tierras y recibió recursos y acompañamiento técnico durante 24 meses, que le permitieron la adecuación de obras de infraestructura para la cosecha del cacao, la construcción de fermentadores y secadores, la compra de herramientas para el manejo del cultivo y la compra de fertilizantes edáficos.
Ahora, las 20 hectáreas de su predio producen cacao premium, que Edilsa vende a la Compañía Nacional de Chocolates a $ 5.600 el kilo. Sin embargo, el mayor fruto de este esfuerzo es que ella y su familia han mejorado su calidad de vida.
Administrar correctamente el principal activo: la gente
Durante los nueve años de la vigencia de la Ley 1448 de Víctimas y Restitución de Tierras han sido implementados 4.528 proyectos productivos, desarrollados por los campesinos restituidos en los predios recuperados para mejorar sus condiciones de vida. Para el avance de estos planes, la Unidad de Restitución de Tierras ha invertido $ 122.700 millones en diferentes emprendimientos pecuarios y agrícolas.
Para analizar el impacto de este programa, el CEDE de la Universidad de Los Andes realizó ula investigación “La restitución de tierras y la estabilización socioeconómica de los hogares desplazados en Colombia ¿Cómo vamos?”, cuyo eje fundamental consistió en indagar sobre su sostenibilidad, identificar y estimar los cambios de corto y mediano y plazo en las condiciones de vida de la población restituida.
Jorge Maldonado, investigador principal, explicó que “típicamente los beneficiarios de proyectos sociales del Estado vuelven a sus condiciones de vulnerabilidad una vez se retira la entidad del territorio, pero en este caso, las personas se mantienen vinculadas a los emprendimientos y siguen creciendo en sus posibilidades para generar ingresos. Aquí lo que vemos es una consolidación contundente sobre el bienestar de los hogares”, señaló.
Uno de los hallazgos de la investigación, que analizó los casos de más de 800 familias beneficiaras en los departamentos de Nariño, Tolima, Valle, Antioquia, Bolívar, Sucre y Córdoba, es que, si se tiene en cuenta que el índice de pobreza multidimensional se construye a partir de la presencia de 15 privaciones, los resultados muestran que los hogares reducen entre una y dos carencias sus condiciones de pobreza como resultado de la intervención.
“Pudimos determinar que 24 meses después de la intervención de la Unidad la pobreza en los hogares se redujo en 8 %, y a los 48 meses la reducción es entre un 12 % y un 14 % como resultado de los apoyos directos ofrecidos por la entidad. Además, hay mejoras en salud, nutrición y, en general, en bienestar social y emocional”.
Más bienestar y acceso a servicios financieros
De igual forma, se encontraron efectos positivos en la seguridad alimentaria de los hogares, un cambio que ha permitido que tengan mayor acceso a más y mejores tipos de alimentos, bien sea a través del establecimiento de la huerta casera, el autoconsumo o el aumento en los ingresos por la venta de estos productos.
Primera regla de oro proteger la caja de la empresa
Respecto a las inversiones, se identificó que efectivamente se está ayudando a consolidar su economía, pues luego de los apoyos directos ofrecidos por el programa (hasta 40 SMMLV a cada familia), y en una segunda etapa, tres años después de terminado, hacen una reinversión de los recursos o beneficios generados en la primera, lo que les permite mejorar sus activos, ampliar la capacidad productiva y mejorar los niveles de ahorro.
También se destaca el acceso a los servicios financieros, pues las familias deben abrir una cuenta bancaria para recibir los recursos correspondientes a la implementación del proyecto productivo. Con ello, los hogares incrementan la probabilidad de recibir un crédito formal y así hacer crecer sus emprendimientos. Así mimo, dejan de acudir al uso del “gota a gota” o “pagadiario”.
Finalmente, se resalta el liderazgo de las mujeres como emprendedoras, se destacan por su empuje y su capacidad para resolver problemas y tomar decisiones. En una escala de uno a diez, ellas sienten que con su proyecto están, en promedio, tres escalones más arriba que los hombres, así que su percepción de bienestar es mucho más amplia.
El investigador señala que los retos principales están en garantizar la permanencia del programa en los próximos años; incrementar la oferta de bienes públicos que permitan a estos hogares conectarse con los mercados, y asegurar los recursos para que se amplíe su alcance de forma efectiva, ya que a la fecha si bien se ha logrado un impacto importante, el número de beneficiarios aún es pequeño comparado con los hogares que deben ser restituidos en el país.