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Entre la generación de una idea de negocio y su materialización hay una gran distancia, pero existen reglas de juego que te ayudan a acortar ese camino. Revive el día uno del entrenamiento “De autoempleado a dueño de negocio” e interioriza esas reglas para impulsar el crecimiento de tu compañía.
En las etapas iniciales de un negocio los emprendedores suelen ser los artistas (los que generan la ideas) y los operadores (los que operan el negocio) porque usualmente cuentan con bajos niveles de capital y están convencidos de que ellos podrán hacer realidad sus sueños de la mejor manera. Pero lo que suele suceder es que la mayoría de los empresarios jamás se quitan estos ‘sombreros’, ni logran convertirse en dueños de negocio porque el torbellino del día a día les impide ver opciones para el crecimiento.
El resultado más seguro es un alto nivel de estrés y cansancio por la necesidad de estar todo el tiempo presente en el negocio. ¿Cuándo es el momento de dar el paso y asumir un papel que nos permita impulsar nuestras empresas a otros niveles?
Este fue uno de los temas centrales del primer día del entrenamiento gratuito “De autoempleado a dueño de negocio”, que MisiónPyme e Ikenga realizaron el pasado 23 de febrero. “En los negocios no existen secretos para tener éxito”, asegura Daniel Montejo, lo único que se requiere es que alguien te de la información.
Daniel es un emprendedor serial que decidió indagar en cuáles son esas claves de éxito de los negocios después de pasar por varios fracasos empresariales. La teoría de los cuatro sombreros de Keith J. Cunningham es, a su juicio, la que mejor explica las funciones que desempeña un empresario en las distintas etapas de vida de su empresa.
En primer lugar, es un “artista” que se apasiona por sus ideas, pero no las materializa. Luego está el “operador”, quien madura su idea, pero está pendiente del día a día del negocio, lo que le impide pensar estratégicamente sobre el futuro del negocio. Después, ese operador pasa a ser “dueño de negocio”, la categoría a la que todos deberían apostar. Y, finalmente, se convierte en “miembro de junta directiva”.
“El dueño de negocio comprende que no debe estar pendiente de ‘apagar incendios’ a diario. Su función principal es dirigir, manejar diferentes recursos y mantener a su equipo alineado. Cuando empieza a tomar las riendas de su vida y confía en lo que pasa en su negocio, aunque se ausente, el negocio crece”, afirma Montejo.
El “dueño de negocio”, entonces, necesita contar con el equipo correcto. El 80% de este debe estar conformado por jugadores “A”, que son los que tienen la mejor disposición para trabajar. Solo el 20% debe corresponder a jugadores “B”, que son personas en etapa de crecimiento. Por otra parte, se debe prescindir de los jugadores “C”, porque aportan más problemas que soluciones.
Ese ejercicio de reconocer qué “sombrero” se tiene puesto y cuál es el estado actual del equipo de trabajo exige tiempo para pensar. Por eso, en el entrenamiento también se explicó cómo aprovechar una metodología de Ikenga, llamada Thinking Time, para que los empresarios puedan hacerse las preguntas correctas y logren ser los mejores dueños de negocio que siempre soñaron.
Revive este entrenamiento aquí y continúa haciendo parte de la comunidad MisiónPyme, una comunidad de empresarios comprometidos con la sostenibilidad y el triple impacto.