Después de los remezones, suele venir la reflexión. Un año tan extraño y retador como el 2020, sin duda ha puesto a pensar a más de un emprendedor o empresario en cómo fortalecer su negocio, cómo hacer para que crezca, cómo ser más productivos, cómo desarrollar más habilidades para liderar la empresa y su equipo. Estas inquietudes terminan en la pregunta: ¿y quién me ayuda?
Entidades como las Cámaras de Comercio, iNNpulsa, Colombia Productiva, entre otras, ofrecen programas de acompañamiento para las microempresas, en los que les aportan herramientas para solucionar cuellos de botella y mejorar procesos, que se reflejen en una mayor productividad.
A partir de hoy, Misión Pyme les contará de programas de acompañamiento a los empresarios, que están ahí, a disposición de ellos, pero que a veces no se aprovechan.
Uno de ellos, por ejemplo, es Fábricas de Productividad, programa del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, liderado por Colombia Productiva, y ejecutado por las Cámaras de Comercio del país.
Este busca que las pequeñas, medianas y grandes empresas que hacen parte de los sectores de manufacturas, agroindustria y servicios, mejoren sus indicadores de rentabilidad y eleven su capacidad para competir dentro y fuera del país.
Voz de una experta
La ingeniera Patricia Dávila, es una consultora (o extensionista, como se conocen en el medio) de este programa y comparte con MisiónPyme sus comentarios sobre el programa.
En mi experiencia como consultora, he identificado problemáticas comunes en el tejido empresarial como es el caso del sector servicios, en el que resulta etéreo el costeo de su portafolio y, por ende, no se hace la cuantificación del porcentaje de aprovechamiento de la capacidad instalada con respecto a la facturación. Incluso, en algunos casos, los precios de venta son fijados por el mercado, sin conocer el costo real de la operación para precisar un precio de venta mínimo, así como un volumen de ventas mes, datos que permiten proyectar el punto de equilibrio y, a partir de éste, el presupuesto y estrategias para conseguirlos. Solo teniendo un norte claro es posible enfocar los esfuerzos, recursos y monitorear el grado de éxito, y si es el caso, reorientar a tiempo las decisiones.
Esta situación la viví durante mi intervención en el marco del proyecto Fábricas de Productividad en Margen Cero, una empresa dedicada al desarrollo de software y servicio de soporte con más de diez años de trayectoria en el mercado atendiendo requerimientos de pequeñas, medianas y grandes empresas, que se vinculó al programa con el interés de plantear un esquema de reconocimiento para estimular al equipo de trabajo a incrementar la productividad.
A partir de los resultados del diagnóstico y el conocimiento de las expectativas de la empresa, realicé una medición de productividad laboral del equipo y la cuantificación de costos, para luego evaluarlos contra el volumen de servicios facturados.
A partir de la información recopilada -y para sorpresa de los directivos-, identifiqué que la tasa de productividad real era del 45 % y, por tanto, los esfuerzos debían encauzarse en cambiar la metodología de operación para mejorar el rendimiento laboral, así como los mecanismos de seguimiento a la eficacia y pertinencia de las actividades desarrolladas.
La situación presentada en Margen Cero, una empresa que cuenta con una experticia irrefutable por la calidad y precisión en sus servicios y un buen reconocimiento en el mercado, es una buena radiografía del tejido empresarial colombiano: el día a día los absorbe y, en el fondo, no han identificado condiciones de la operación de sus procesos que afectan negativamente la productividad y rentabilidad de la empresa y, como en este caso, reportan un dolor al que esperan aplicar una solución que dista de la causa real del problema.
Frente a las innegables vicisitudes y retos que nos presenta la pandemia, el aforismo de Hipócrates resulta sencillo, crudo y contundente: “A grandes males, grandes remedios”. Por eso, echar mano a programas orientados a plantear soluciones, con el apoyo de una visión externa, oxigenada y experta, es un camino bastante razonable.
Esa es la apuesta que hace Colombia Productiva, división del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo con su programa ‘Fábricas de Productividad’, que está orientado a conectar las necesidades de las pequeñas, medianas y grandes empresas con profesionales expertos en diferentes temáticas, para construir soluciones viables y con resultados cuantificables en el corto y mediano plazo.
Como solo las relaciones de mutuo beneficio son ganadoras, la metodología del programa compromete al empresario haciendo un copago de acuerdo con el tamaño de la empresa que va desde $ 1.717.200 hasta $ 2.862.000 y que solo representa el 15 % o 25 % del valor de la intervención del profesional. Del otro lado, compromete al consultor supeditando el pago del 50 % del valor de sus honorarios, al cumplimiento del incremento del 8 % en el indicador clave del proceso.
Así que, señor empresario, si en su empresa, debido al comportamiento de las ventas, obligaciones financieras que apremian y la incertidumbre del mercado por la pandemia, entre otros factores, están pensando en hacer recortes de personal, desconocen cómo maximizar sus recursos o cómo conectar clientes, lo recomendable es acudir a profesionales expertos y que pueden evaluar los procesos sin los apasionamientos diarios, pero comprometidos con las soluciones.
En este caso, Fábricas de Productividad le ofrece la posibilidad de lograr “más con menos”, para que se surtan cambios positivos que redundarán en el fortalecimiento y continuidad de su empresa.