Por Adriana Macías Villamarín
CEO
Misiónpyme
Siempre que viajo por carretera me pregunto ¿cómo es posible que todavía no tengamos peajes electrónicos?, en cuestión de segundo pienso en las miles de mujeres que hoy trabajan en estas casetas al sol y al agua porque en sus regiones no tienen otra alternativa para generar ingresos.
Nos duela o no, es un hecho que el trabajo de estas personas y de miles en otros sectores está pendiendo de un hilo. La inminente sanción presidencial a la Ley que reducirá la jornada laboral de 48 a 42 horas plantea muchos retos para los empresarios, pero especialmente para los trabajadores.
Por ahora, solo hemos escuchado las quejas de los comerciantes y de quienes tienen modelos de negocio en donde es imperativo mantener operaciones 7×24 o jornadas más allá incluso de las 48 horas semanales, pues este ajuste va a elevar de manera importante sus costos de operación.
Pero no he escuchado aún los llamados de atención a los empleados que desarrollan labores operativas o están acostumbrados a ‘marcar tarjeta’, así sea mentalmente, sin preocuparse por desarrollar nuevas habilidades que les permitan mantenerse empleables en el tiempo.
Se acelerará aún más la transformación digital
Quienes hoy lloran pronto tendrán que actuar como buenos líderes y buscarán alternativas para hacer viables sus negocios: programas de robotización para sus plantas que operan en jornada continua; implementación de analítica de datos para identificar los horarios en donde es crítico contar con personal que atienda público (tráfico de clientes); refuerzo de sus estrategias de comercio electrónico para reemplazar los puntos físicos que estarán cerrados en ciertos horarios para lograr eficiencias de personal; implementación de bots en servicios de soporte a cliente, entre muchas otras alternativas.
En suma, este cambio de la jornada laboral será un incentivo más para la adopción de soluciones tecnológicas que impacten la productividad y mejoren la estructura de costos de las empresas. Esto traerá también riesgos para la generación de empleo, especialmente de aquellos que requieren bajos niveles de calificación, los que son altamente operativos e implican laborales repetitivas.
Tenemos dos años para incentivar a nuestra fuerza laboral a transformar sus habilidades técnicas y personales, mostrándoles el futuro complejo que se viene con el cambio en las reglas del juego. No hay que celebrar que por fin vamos a trabajar menos horas, tenemos que impulsar con pasión la necesidad de prepararse para hacer muchas cosas más y de mejor manera en jornadas más cortas.
Quienes impulsaron la ley dicen que va a promover el gasto porque la gente saldrá más horas a consumir…¿y los que sean reemplazados por robots o inteligencia artificial con qué van a comprar? Si de verdad queremos impulsar un cambio en la vida de nuestros colaboradores el mensaje tiene que ser directo y al corazón: “Te reinventas o te quedas por fuera del juego”.
Necesitamos que todos nuestros colaboradores sigan siendo empleables, por nuestras empresas o por la competencia, que se fortalezcan en habilidades para la vida, en habilidades tecnológicas y en muchas áreas que les permitirán continuar vinculados a un nuevo puesto de trabajo más sofisticado y exigente, o generar emprendimientos sostenibles.
No será fácil de comunicar, los cambios generan miedo, angustia, rabia y depresión pero, al final, llegará la aceptación y la disposición a hacer algo para estar preparados. No esperemos al 2023 para decirles a nuestros colaboradores que se acabó el tiempo, comencemos hoy mismo esta campaña para que nuestros equipos se comprometan a desarrollar las nuevas habilidades que exige la economía 4.0 y la nueva manera de trabajar.