El reconocido columnista Daniel Samper Ospina cumplirá sus primeros cinco años como youtuber. Con su canal #holaSoyDanny, que tiene más de 617 mil seguidores y 123 videos publicados, demostró que sí es posible abrazar el cambio digital, a pesar de tener más de 40 años.
Muchos pensaron que eso de volverse youtuber a los 40 era un embeleco de Daniel Samper Ospina, una manera de burlarse de las redes sociales y de la digitalización. Pero el columnista les ha demostrado, después de casi cinco años, que su apuesta de transformación digital iba en serio.
Daniel se asoció con su ex empleador, Publicaciones Semana, para crear la Productora Semana, que se registró como empresa en el año 2015. La iniciativa se gestó para dar respuesta a los anunciantes de la revista que buscaban participar en redes sociales de maneras innovadoras y poco tradicionales. Su tropezón con el famoso youtuber chileno Germán Garmendia, en una Feria del Libro de Bogotá, detonó su lanzamiento al mundo digital.
En esta entrevista exclusiva, Samper Ospina cuenta cómo fue su proceso de transformación digital y la manera en que le ha sacado réditos a través de conferencias en las que promueve la transformación digital y el cambio, así como la producción de una obra de teatro y de un videojuego.
¿Cómo fue el proceso de volverse youtuber?
Después de ver el colapso que ocasionó Garmendia en la Feria del Libro, tomé la decisión y abordé el tema en la columna de revista Semana. Le pedí a Diego Santos que me ayudara a convertir en video un guión que yo escribiría y acompañamos la columna con ese video. Así empezó mi vida como youtuber.
¿Podría decirse que se estaba convirtiendo en un emprendedor digital?
Únicamente me interesaba el canal como un formato periodístico para hacer sátira humorística y política contra el poder desde los videos y no solo desde las columnas, pero lo he ido evolucionando y ahora hago más cosas como apoyar causas sociales en las que creo. Para promover la consulta anticorrupción hicimos un reguetón con algunos senadores, por ejemplo. He tenido cuidado en comercializar el canal porque creo que debe preservar la independencia. Sin embargo, he aprendido a sacarle plata de otra manera.
¿Qué oportunidades de negocio se le han abierto gracias al canal?
Youtube me permitió hacer una marca y a ella le he podido sacar kilometraje. Hice un show en el Teatro Nacional que duró más de dos años y fue exitoso, dicto conferencias sobre cómo no tenerles miedo a los cambios y al mundo digital, y desarrollé un videojuego. Así puedo comercializar menos el canal o hacerlo con marcas específicas para sostenerme y pagarle a mi equipo.
Pero los videos del canal, aún sin publicidad, pueden monetizarse…
Las vistas varían según el país. Hacer un video con un millón de vistas es dificilísimo, así que no es un gran negocio para una persona de mi generación. El dinero viene de las marcas que pautan porque tienen más alcance que en televisión y pagan menos. Internet es una gran revolución por eso, es la manera más barata de trascender geografías y generaciones a través de un dispositivo. Lo único que exige es tener más ingenio que inversión y eso es una maravilla. Personalmente, he dejado de lado las ganancias, las estoy acumulando para reinvertirlas después en el canal.
“En internet hay nuevos retos, tendencias y tecnología. Seguramente, cuando logre que el canal crezca, llegará otra tecnología y tendré que empezar de cero. Lo más importante que he aprendido es pensar que mi periodismo es un contenido y que yo debo ser capaz de modificarlo a diferentes formatos“,
Daniel Samper Ospina.
Hablando de tecnología, ¿cómo fue su acercamiento a ella?
Me cuesta trabajo el desarrollo del canal en asuntos técnicos en los cuales soy muy torpe, como la edición, la canción que hay que poner, los programas que se deben bajar. Sin duda alguna, no podría haberlo hecho sin un editor de video que lleva conmigo casi dos años. Hace poco ingresó otro para hacer videojuegos. Yo escribo el guión, que es lo que me gusta, y lo “actúo”. Esto es un decir porque los productos de internet tienen un sabor artesanal que les da encanto. Los videos salen con el desorden del cuarto, no son iguales a la televisión.
¿Al cambiar de plataforma cambió la forma de concebir los contenidos?
Claro. En la columna uno se sienta en un rincón y escribe sobre lo que opina del mundo. En un video tiene que aparecer en pantalla. La columna no da fama, sino reputación, pero internet sí da fama porque es masivo. Otro tema es la interacción obligada con las personas. Uno escribe de quien sea una columna, pero el formato de Youtube no exige burlarse de los políticos sino con los políticos. Eso ha sido un aprendizaje para mí, invitarlos al canal, entrevistarlos, convencerlos de que se burlen de sí mismos…
¿Cuál es el mayor reto que ha enfrentado?
Vivo en un constante aprendizaje porque este mundo digital es cambiante. En el mundo de los libros uno sabe las reglas del juego. En internet hay nuevos retos, tendencias y tecnología. Seguramente, cuando logre que el canal crezca, llegará otra tecnología y tendré que empezar de cero. Lo más importante que he aprendido es pensar que mi periodismo es un contenido y que yo debo ser capaz de modificarlo a diferentes formatos, que ese contenido debe vivir en el formato que me permita seguir haciendo sátira política.
¿Siente que ha cometido muchos errores?
Parte de lo bueno de este proceso es que demostré que mi vida era un fracaso, que como escritor he sido un fracaso, que por eso tuve que volverme youtuber y que soy un youtuber torpe. El fracaso es un sentimiento y una narrativa fundamental del canal.
¿Cuál es su consejo para las mipymes que se están enfrentado a la transformación digital?
Diría que en esta época el peor riesgo es no arriesgarse y que el fracaso es no salir a buscar lo nuevo para resguardarse en el miedo y seguir haciendo siempre lo mismo. Estamos ante un cambio de era equivalente a cuando Gutenberg inventó la imprenta, ante la masificación de la información como no se había visto. Las pymes deben entender que hay una oportunidad de llegarle a muchísima gente a un costo ínfimo a través de los canales digitales.