Aunque la ley es igual para todos, sin importar el tamaño de la empresa, lo más importante es prepararse antes de hacer la solicitud a la Supersociedades, es decir, contar con toda la documentación y la asesoría adecuada.
Aunque el número de solicitudes de insolvencia registró una disminución del 8% en 2021 frente a 2020, la Ley 1116 de 2006 sigue siendo considerada como un salvavidas para evitar la liquidación de las empresas y la pérdida de empleos.
De hecho, a pesar del rebote de la economía en 2021 y 2022 tras la pandemia, durante el primer trimestre del año pasado la Superintendencia de Sociedades recibió 265 solicitudes de admisión a la ley de insolvencia, lo que representó un alza del 3% frente al mismo período de 2021.
Considerada como una tabla de salvación, la Ley de insolvencia es una herramienta legal que tienen los empresarios cuando enfrentan problemas de flujo de caja o dificultades para cumplir con el servicio de la deuda.
Además de evitar una lluvia de procesos que pueden desarticular las empresas completamente y destruir su actividad económica, una de las principales ventajas que ofrece la ley es la suspensión de los procesos ejecutivos, lo cual quiere decir que si la empresa tiene un embargo en sus cuentas corrientes o de ahorro, esos embargos se van a levantar mientras la compañía está en el proceso de insolvencia.
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“La ley es igual para todas las empresas, las exigencias son las mismas, lo importante es prepararse para entrar a la ley”, explica Martín Emilio Ramírez, abogado asociado de Galo Estudio Legal. “Cuando digo prepararse para entrar a la ley es que los empresarios revisen cuáles son las deudas solidarias o que ellos están garantizando desde la empresa”.
Según el experto, este caso es más frecuente en las pequeñas y medianas empresas, en las cuales el dueño suele ser el mismo representante legal y firma los pagarés de los bancos o de un proveedor.
“Todo ese tipo de garantías hay que revisarlas muy bien porque los dueños de las empresas pueden terminar demandados por no haber revisado eso, así como el tema de las hipotecas o las garantías que se hayan constituido sobre bienes. Al final no solo se trata de preparar los documentos, la clave es hacer un análisis completo de las garantías y avales que han dado los propietarios o representantes legales”, agrega Ramírez.
Además de analizar el tamaño de las deudas, su composición, si le debe al sector financiero, a los proveedores o a acreedores internos, empresario debe revisar los requisitos de la ley, ya que hay que cumplir con algunas de las obligaciones vencidas para poder entrar a este proceso.
Pero adicionalmente, el empresario debe tener la contabilidad al día y un flujo de caja proyectado que demuestre la viabilidad del negocio con el fin de presentarlo ante la autoridad correspondiente.
Con el fin de facilitar el proceso de insolvencia, la Supersociedades cuenta con un módulo habilitado donde los interesados pueden acceder a la información necesaria para comenzar el proceso.
A pesar de que dicho proceso es relativamente sencillo, la entidad puede tomarse entre dos y tres meses antes de darle el visto bueno, por lo cual la recomendación de Ramírez es que es fundamental tener la información contable y financiera al día para evitar demoras adicionales.
“Hay que tomar la decisión a tiempo, entender que las crisis pueden ocurrir en las empresas, pero uno debe hacer uso de las herramientas legales. Si uno decide someterse a la ley cuando ya está con el agua al cuello, esos dos o tres meses de la Super pueden ser tenaces”, explica Ramírez, de Galo Estudio Legal.
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